Muchas
expectativas ha creado el estreno de la película venezolana Desde allá de Lorenzo Vigas. Por ser venezolana, por el tema
tratado, por los premios internacionales y por la espera de un año para verla
en su país natal. En estas últimas décadas con grandes esfuerzos, otra vez se
ha logrado configurar un público venezolano para el cine venezolano. Aquel
público de los setenta y ochenta se “disolvió” en la multioferta audiovisual de
los noventa cuando apenas se había aprobado una ley de cinematografía. La
realidad de la producción cinematográfica nacional hoy en la segunda década del
siglo XXI es distinta, con sus matices y bemoles, pero muy distinta a la de
finales del siglo pasado
. La
cinematografía nacional ha cosechado unos cuantos premios internacionales y
aunque considero que los premios Oscar de la Academia de Ciencias y Artes del
cine de Hollywood no es el único galardón
que indique lo mejor del cine mundial, también Venezuela ha tenido unas
pre-nominaciones, sin quitarle el sueño a sus realizadores por supuesto. Pero hablar de festivales internacionales como
el de Venecia-el más añejo-, Cannes, Berlín, San Sebastián, Cartagena o el de
La Habana si es para prender la vigilia, la atención, pues no son cualquier
cosa. Son los festivales más referenciales, las vitrinas más importantes del
cine mundial y latinoamericano porque precisamente en ellos se hace visible lo
que los Oscar eclipsan con su star system
o con la categoría “mejor película extranjera” de sus premios anuales que
apenas es una ventanita minúscula del cine de todo el orbe.
¡Venezuela
ganó León de Oro, el máximo premio del Festival de Venecia el año pasado! Me
atrevería a decir ¡históricamente más significativo que la estatuilla del
hombrecito con la espada! Impensable
hace décadas atrás. Lo que deja cierta perplejidad es la reacción de los
propios venezolanos. Cuando Oriana (1985)
de la venezolana Fina Torres ganó la Cámara de Oro en el Festival de Cannes la
respuesta del público, que era más sólido que el que se ha configurado en el
siglo XXI, fue inmediata. No recuerdo si
el estreno fue enseguida, pero si la avidez de un público por ver un filme
venezolano con una exploración temática,
narrativa y estética reconocida en la verdadera cuna del cinematógrafo.
Lorenzo Vigas frente a la prensa en Venecia |
La situación económica y política del
ahora venezolano posiblemente ha hecho mella en un “nuevo” público venezolano
de cine que apenas se ha ido reconfigurando. Ojalá las medallas, los premios,
reconocimientos y otros logren refrescar el alma venezolana.
Alfredo Tamayo
Álvarez