Cine-periodismo
Porque el cine es la vida, y la vida es cine
lunes, 2 de diciembre de 2019
lunes, 27 de agosto de 2018
sábado, 28 de julio de 2018
NEGOCIOSyMERCADEO.net: La guerra de los contenidos: ya no es cómo sino qu...
NEGOCIOSyMERCADEO.net: La guerra de los contenidos: ya no es cómo sino qu...: ...algo está cambiando notoriamente en esta industria, pues las inversiones en tecnología están pasando a un segundo plano y los presupuest...
sábado, 26 de mayo de 2018
Un cine comprimido, a propósito del Maratón Atómico Continental de Mérida
Ayer se inició otra edición del Maratón Atómico Continental #Maratomico2018 teledirigido desde Mérida como antesala al XIV Festival de Cine Venezolano. Este llamado cine átomo ( versión venezolana de los llamados nanometrajes oriundos de Chile) es una convocatoria para narrar en 1 minuto una historia audiovisual desde la ficción, el documental o la animación. En 60 segundo se condesa un mundo, un relato que refleja la tendencia de esta era digital hipermediática de consumo de contenidos breves, lo que no necesariamente excluye la profundidad de la mirada.
Es evento anual busca premiar y estimular a los nuevos talentos en la producción audiovisual. La expansividad de lo audiovisual ha sido una de las herencias del cine, la fotografía, la radio y la televisión y de su convergencia. Hoy con los dispositivos móviles la posibilidad de tener en las manos universos narrativos es cada vez mayor y mejor. Es un cine de bajo presupuesto, de gran desafío creativo, interpretativo y de síntesis. Con la brevedad se busca explorar los nuevos lenguajes que lo nativos digitales, especialmente, puedan proponer como una generación que prácticamente nació y creció con una cámara en la mano. La utilización del plano secuencia como estrategia narrativa para la ficción, la posibilidad de visibilizar comunidades o el uso de software para animación digital como Maya 3D, Blender y otros, son las posibilidades, estrategias y herramientas que forman parte del día a día del nuevo espacio(hiper) mediático o mediásfera de lo que va del siglo XXI.
Es evento anual busca premiar y estimular a los nuevos talentos en la producción audiovisual. La expansividad de lo audiovisual ha sido una de las herencias del cine, la fotografía, la radio y la televisión y de su convergencia. Hoy con los dispositivos móviles la posibilidad de tener en las manos universos narrativos es cada vez mayor y mejor. Es un cine de bajo presupuesto, de gran desafío creativo, interpretativo y de síntesis. Con la brevedad se busca explorar los nuevos lenguajes que lo nativos digitales, especialmente, puedan proponer como una generación que prácticamente nació y creció con una cámara en la mano. La utilización del plano secuencia como estrategia narrativa para la ficción, la posibilidad de visibilizar comunidades o el uso de software para animación digital como Maya 3D, Blender y otros, son las posibilidades, estrategias y herramientas que forman parte del día a día del nuevo espacio(hiper) mediático o mediásfera de lo que va del siglo XXI.
viernes, 16 de septiembre de 2016
El ojo absorto en la mirada del cuerpo
A partir de los años
sesenta y setenta con la revolución sexual, la masificación de la
televisión y los cambios políticos y
sociales que experimentaba el mundo en general, el cine desarrolló, desde
entonces, unos contenidos en sintonía con este contexto. En especial, el cine
de ficción será el espacio predilecto para el trabajo de representación de las
sexualidades y del cuerpo. El ensayista y narrador cubano Alberto Garrandés nos
ofrece un interesantísimo libro sobre esas poéticas del cuerpo que el cine ha
elaborado, en especial después de los sesenta.
El
Ojo Absorto (2014) es el nombre de este ensayo que remite
desde su título a ese impacto del espectador al mirar abstraído, embelesado o
fijo la desnudez del cuerpo, sus metáforas, sus develaciones más allá de la
ropa o con o sin ella. El cine que ha
sido el territorio de la libertad y también “el territorio de las
aglutinaciones” como dice el mismo Garrandés.
A través de un espeso ejercicio semiótico,
este autor va sumergiéndose en esos sentidos que unos tantos cineastas han
ficcionalizado y donde el cuerpo humano puede ser objeto de representación. “La
mirada del cuerpo- la mirada que lo descubre, lo convoca, lo escudriña o lo
hace suyo en la percepción y en los intercambios somáticos- produce siempre una
re-presentación del cuerpo, y entonces en esa mirada se emplaza, poco a poco, lo que el cuerpo es de veras.”
Ya Alberto Garrandés
había tenido una aproximación similar con su libro Sexo de Cine (2012) que en Venezuela se agotó. En palabras del
autor, éste fue un preludio que continúa en El
Ojo Absorto con el análisis y la observación cultural “buscando pequeñas
redes de sentido que hace que el asunto del cuerpo explique la índole de varias poéticas y también de
varias formas de mirar”.
El recorrido que se nos
ofrece está sustentado en un estructura que parte con el abordaje de autores y
filmografías ya clásicas como las de
Luis Buñuel, Walerian Borowczyk, Bernardo Bertolucci, Alejandro Jodorowsky, Tim
Burton, Alain Resnais, Louis Malle, Pier Paolo Pasolini, Ken Russell, Ridley Scott, Derek Jarman, Andrei Tarkovski,
Toni Scott, Stanley Kubrick, Igmar Bergman, entre otros cineastas y filmografías
más contemporáneas de lo que va de este siglo XXI.
Sin bien no se
considera un crítico de cine, asume que es un conocedor profundo y denso de cierto
cine y sus autores y, aunque se puede echar de menos algunos cineastas y
películas, el repertorio que ofrece este ensayo es emblemático y representativo
de distintas tendencias estéticas y narrativas que miran el cuerpo.
EL OJO ABSORTO. Notas
sobre el cuerpo en el cine. Alberto Garrandés. Ediciones ICAIC, La Habana,
2014. 228 pp. 74 fotografías.
martes, 6 de septiembre de 2016
Desde acá esperando a Desde Allá (y II)
Al
final del siglo XX, el escritor Julio
Miranda analizaba y reflexionaba sobre
el eros en la cinematografía venezolana[i].
Miranda lo endilgaba como un “eros
triste” lo cual resultaba contradictorio en un país cuya idiosincrasia ha sido “gozona,
alegre, festiva, pícara” y sin embargo, su filmografía no ha propuesto o alcanzado una poética de las
sexualidades (y hay que hablar en plural
en pleno siglo XXI para no caer en anacronismos de pensamiento único). La
constante fue una representación de las sexualidades cargadas de culpa, de
resoluciones post-orgásmicas que cerraban, o en lo trágico o en la culpa. “La
sensación predominante (…) es la de un eros eminentemente triste. Cuerpos ha
habido muchos, qué duda cabe. Crispaciones, espasmos, jadeos, bofetadas, cadáveres. Pero ¿nos han
hecho sentir la locura y ternura del sexo, su gama amplísima? ¿El eros si se
quiere thanático pero desde dentro, como un profundo deseo de muerte ante la
inmensidad del goce, ante esa efectivamente trágica plenitud y no por el montón
de razones extrínsecas que nuestra cinematografía le echa encima?
Después
de un año de recibir el galardón de la mostra
italiana, se estrena en Venezuela Desde
allá (en otros países la titularon Los amantes de Caracas) del cineasta merideño Lorenzo Vigas y la gran impresión que produce es
que continúa esa constante del cine nacional de representar, reproducir un eros triste, trágico, culpable … Hay una
historia que esboza, que asoma la
posibilidad de ¿liberación-redención? mediante esa relación amorosa entre
Armando (Alfredo Castro) y Elder (Luis Alejandro Silva). Pero estos protagonistas-
cual estructura dramática de una ópera- inexorablemente sucumben al peso moral del estatus quo, de “la ley y el orden”, del derecho positivo
y normativo, pero que tiene un
efecto de frustración y de choque
para el público que ha trazado un pacto
de recepción de empatía con la solidaridad, el amor recién nacido y nutritivo
entre Armando y Elder e inesperadamente, su desenlace nos deja atónitos.
Un inconsciente conflicto edípico que se
resuelve trágicamente. Pero también, un conflicto entre todas las clases
sociales y entre dos generaciones. Al terminar la proyección, un muchacho
espectador acompañado de su novia comentó “qué
estupidez de película” ante la
bofetada del inesperado final. Creo que si hubiera tenido otro desenlace, un
“final feliz” en el contexto histórico de la cinematografía venezolana hubiera
sido un filme audaz por su ruptura.
Es
un film impecable, sin duda alguna. Al adentrarse en la historia se comprende porque
gana un galardón tan importante como el León de Venecia. Una historia que
atrapa, que te plantea muchas interrogantes. La construcción del discurso es
excelente, significantes y significados están profesionalmente logrados. Aprovecha
la herencia de los modos de producción
del neorrealismo italiano al poner en escena a actores sin experiencia ( ) y
sacar lo mejor de ellos. Así también, como la sensación del directo en las calles
caraqueñas donde los grandes y mínimos ruidos tienen su valor de crear la
diégesis fílmica, un clima real, próximo, la filmación enteramente en
locaciones reales. ... Sus metáforas
visuales como la del hurto que hace Elder del adorno en forma de angelito que a
través de un plano detalle nos muestra el otro adorno que queda en forma de
Cupido-querubín con los ojos vendados o la emotiva escena del primer abrazo
entre Armando y Elder luego de incidente de autoagresión y desafío para
inmediatamente, con el montaje atinado,
mostrarnos en plano detalle la sutura de la herida. Los desenfoques…
Si
bien no existe “la lectura” unívoca y
única sobre un filme y las interpretaciones
son múltiples y que es válido hoy más que nunca, la multiplicidad de lecturas, recepciones,
usos y apropiaciones como cantidad de
espectadores hay en el mundo y que
tienen la experiencia de casi dos horas de mirar, Desde allá replantea el problema de la significación, de la
creación de sentido en el cine.
Como
existe una instancia donde los significantes y significados se construyen a través
del guión los planos, encuadres, movimientos y punto de vista de cámara,
angulaciones, puesta en escena y una
edición acorde, este filme venezolano tiene la excelencia en todos esos
momentos de construcción discursiva y no se discute. Los galardones que ha obtenido, aparte del León
veneciano, lo avala. Pero, la significación que es un momento no menos
importante porque es cuando se cierra un
proceso de comunicación, de creación de sentido ante un heterogéneo público receptor posiblemente
tiene reacciones emocionales encontradas, de rechazo, de aceptación, disfrute,
reflexión, concientización. En el caso del cine la significación llega por la
vía emocional más que por la racional. ¿Desde
allá dividirá opiniones? ¿Durará en
cartelera más allá de la Novena Muestra
de Cine Latinoamericano (evento que sirve de marco para su esperado estreno)?
¿Cuál será la trascendencia en su público, no en el europeo, ni el chileno, ni
el estadounidense, sino en el venezolano, el que se reconoce y se siente y se mira de manera
específica en ese contenido?
Alfredo Tamayo Álvarez
lunes, 29 de agosto de 2016
Desde acá esperando a Desde allá (I)
Muchas
expectativas ha creado el estreno de la película venezolana Desde allá de Lorenzo Vigas. Por ser venezolana, por el tema
tratado, por los premios internacionales y por la espera de un año para verla
en su país natal. En estas últimas décadas con grandes esfuerzos, otra vez se
ha logrado configurar un público venezolano para el cine venezolano. Aquel
público de los setenta y ochenta se “disolvió” en la multioferta audiovisual de
los noventa cuando apenas se había aprobado una ley de cinematografía. La
realidad de la producción cinematográfica nacional hoy en la segunda década del
siglo XXI es distinta, con sus matices y bemoles, pero muy distinta a la de
finales del siglo pasado
. La
cinematografía nacional ha cosechado unos cuantos premios internacionales y
aunque considero que los premios Oscar de la Academia de Ciencias y Artes del
cine de Hollywood no es el único galardón
que indique lo mejor del cine mundial, también Venezuela ha tenido unas
pre-nominaciones, sin quitarle el sueño a sus realizadores por supuesto. Pero hablar de festivales internacionales como
el de Venecia-el más añejo-, Cannes, Berlín, San Sebastián, Cartagena o el de
La Habana si es para prender la vigilia, la atención, pues no son cualquier
cosa. Son los festivales más referenciales, las vitrinas más importantes del
cine mundial y latinoamericano porque precisamente en ellos se hace visible lo
que los Oscar eclipsan con su star system
o con la categoría “mejor película extranjera” de sus premios anuales que
apenas es una ventanita minúscula del cine de todo el orbe.
¡Venezuela
ganó León de Oro, el máximo premio del Festival de Venecia el año pasado! Me
atrevería a decir ¡históricamente más significativo que la estatuilla del
hombrecito con la espada! Impensable
hace décadas atrás. Lo que deja cierta perplejidad es la reacción de los
propios venezolanos. Cuando Oriana (1985)
de la venezolana Fina Torres ganó la Cámara de Oro en el Festival de Cannes la
respuesta del público, que era más sólido que el que se ha configurado en el
siglo XXI, fue inmediata. No recuerdo si
el estreno fue enseguida, pero si la avidez de un público por ver un filme
venezolano con una exploración temática,
narrativa y estética reconocida en la verdadera cuna del cinematógrafo.
Lorenzo Vigas frente a la prensa en Venecia |
La situación económica y política del
ahora venezolano posiblemente ha hecho mella en un “nuevo” público venezolano
de cine que apenas se ha ido reconfigurando. Ojalá las medallas, los premios,
reconocimientos y otros logren refrescar el alma venezolana.
Alfredo Tamayo
Álvarez
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